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Cuando retiramos dinero de un cajero que no pertenece a nuestro banco, en realidad, estamos solicitando un préstamo temporal a la entidad propietaria del cajero, y es por esta razón que se nos cobra una comisión por el servicio.
Después de la pandemia, el uso del dinero en efectivo disminuyó, lo que llevó al cierre de muchas sucursales bancarias para reducir costos. Esto significa que a menudo debemos utilizar cajeros automáticos de otras entidades cuando no podemos acudir a la sucursal de nuestro propio banco.
La única restricción establecida por el Real Decreto-ley 11/2015 en esta práctica es que solo el banco propietario del cajero puede cobrar la comisión. Luego, es decisión de nuestro propio banco si desea trasladar esa comisión a sus clientes o no. Esta regulación evita que tengamos que pagar una comisión tanto al banco propietario del cajero como a nuestra propia entidad, como ocurría en el pasado.
Hasta hace algunos años, retirar dinero implicaba pagar una comisión doble: una al banco emisor de nuestra tarjeta y otra al banco propietario del cajero. Sin embargo, esto cambió en 2015 con el Real Decreto 11/2015, que modificó la Ley 16/2009. Esta ley establece que «la entidad propietaria del cajero no podrá exigir comisión alguna al usuario del servicio ni repercutirle gastos, pero sí podrá exigirla a la entidad emisora de la tarjeta».
En cuanto a las comisiones que cobran los diferentes bancos por el uso de cajeros automáticos, tras la regulación, las entidades han llegado a sus propios acuerdos. La mayoría de los bancos aplican una comisión de 2 euros, incluyendo CaixaBank, Santander, BBVA y Deutsche Bank. Liberbank cobra una comisión de 2,50 euros, mientras que Banco Sabadell llega a los 3 euros. Algunos bancos permiten retirar dinero de forma gratuita, pero con ciertas condiciones.
