Los últimos dos años han sido duros para la banca, sin embargo, el 2022 tampoco parece mejorar mucho las expectativas.
En líneas generales, los resultados y la rentabilidad de la banca irán in crescendo gracias a una mejora de la actividad y un incremento de los ingresos por comisiones, una menor subida de la morosidad sobre las previsiones y unos ahorros de costes provenientes de los despidos masivos ya ejecutados en su mayor parte. Además, se espera que el euribor empiece a escalar algunas posiciones en la segunda parte del año, lo que incrementaría los márgenes operativos, pero no será hasta 2024 cuando este indicador vuelva al terreno positivo.
En este escenario las entidades se desenvolverán y deberán apuntalar la remontada bajo la atenta mirada de los inversores y los reguladores, que tienen algunas reservas sobre su devenir. La principal duda es el alza que experimentará la morosidad a partir de la primavera, cuando decaigan las medidas de ayuda a las pymes y los autónomos, y si las provisiones extraordinarias acumuladas durante la pandemia serán o no suficientes. El Banco de España ha venido reclamando un refuerzo de estas dotaciones, pero los bancos han hecho caso omiso a esta recomendación porque consideran que con la hucha de 2020 hay dinero de sobra para afrontar los impagos que vengan. Es más, algún grupo financiero se plantea incluso liberar parte de estos fondos para destinarlo a otros propósitos, ya que las previsiones son mucho menos agoreras ahora que tras el estallido del coronavirus. En la actualidad los pronósticos indican que las insolvencias avanzarán del 4% hasta el 6 o 7% frente al 12% de antes.
Posible fusión
Sin duda, la evolución de este parámetro será determinante para esclarecer el panorama al que se enfrenta un sector que se ve en la obligación de realizar fuertes inversiones en tecnología para poder competir con los nuevos jugadores del sistema (desde pequeñas fintech hasta los gigantes de internet como Facebook o Apple. Los analistas consideran que sigue sin haber espacio para que todos los bancos sean rentables a pesar de la reestructuración del sistema nacional en el último decenio y consideran como probable que haya nuevos movimientos de fusión.
Todas las miradas siguen puestas en el Sabadell, que aunque ha realizado un lavado de cara espectacular, tiene aún que recorrer mucho camino para despejar las incertidumbres. Un informe reciente de Axesor señalaba que BBVA podría retomar las conversaciones para una integración del banco catalán a lo largo de este 2022. Un idea que comparten otras casas de análisis, debido al exceso de capital con el que cuenta la entidad de origen vasca por la venta de su filial en Estados Unidos y a su necesidad de reequilibrar sus fuentes de negocio. El Sabadell defiende su apuesta por seguir en solitario, tras descartar a finales de 2020 la fusión con BBVA, y en mayo del ejercicio pasado puso en marcha un plan estratégico. Un proyecto que tendrá que dar los resultados esperados en los próximos meses para que se disipen las dudas. De lo contrario, según señalan fuentes financieras a este periódico, se vería abocado a una operación corporativa.
‘Caso Villarejo’
Que BBVA sea el candidato manejado por el mercado a poder hacerse con el Sabadell se debe a las negociaciones pasadas y a su dinero sobrante, pero también a que el Santander ha asegurado por activa y por pasiva que no va a participar en ninguna fusión en España, al menos, hasta 2023. Pero un nuevo intento del banco que preside Torres por el catalán dependerá en parte de la evolución del ‘caso Villarejo’. La investigación está en su fase final y podría terminar por salpicar a su máximo responsable. Una imputación del presidente supondría un auténtico cambio de escenario, ya que no solo obligaría a su renuncia del cargo sino que alteraría cualquier prioridad de la organización, dejando a un lado cualquier operación corporativa. Hay que tener en cuenta que los últimos contratos del supuesto espionaje del banco a Villarejo se produjeron cuando Torres ya era consejero delegado (‘numero dos’).
La apuesta de BBVA por el Sabadell también está a la espera de las consecuencias de la aventura turca. El grupo vasco pretende hacerse con la totalidad de su filial Garanti en plena crisis del país por la política monetaria llevada a cabo por el régimen de Erdogan, que ha hundido la lira y ha generado pánico entre los inversores. La agencia de calificación Fitch no descarta que el Gobierno otomano vaya a tener que intervenir en el sistema bancario, lo que tendría efectos aún más negativos para la entidad española.
Salida a bolsa
Por su parte, para Ibercaja este nuevo año está marcado en rojo. La antigua caja aragonesa tiene que salir a bolsa para que la Fundación del mismo nombre rebaje del 87 a menos del 50% su participación y cumplir, así, con la normativa. Su debut en el mercado se ha venido retrasando desde hace al menos tres años ante su baja rentabilidad y, por consiguiente, los precios de derribo que ofrecen los inversores por las acciones. Su equipo directivo trabaja para que en los próximos meses la colocación pueda ejecutarse, aunque tiene sobre la mesa planes alternativos por si se vuelve a fracasar en el intento. Ibercaja se ha comprometido a ir mejorando los retornos de capital poco a poco, hasta el punto de alcanzar un 9%, un nivel todavía lejano. A lo largo de este ejercicio tendrá que demostrar que esta aspiración no es una quimera si quiere, salga a bolsa o no, preservar su independencia.
Los analistas abogan por una integración de la zaragozana (logre cotizar o no) en Unicaja en el corto o medio plazo, una operación que ya estudió en el pasado. Si bien, la andaluza en la actualidad tiene por delante unos meses muy desafiantes. Debe engrasar toda la maquinaria de la absorción de Liberbank y afrontar la crisis interna desatada en el seno de su principal accionista, la Fundación Unicaja. Una crisis motivada, precisamente, por el control del banco.
Por ello, las quinielas de los analistas incluyen en sus apuestas una posible integración de Ibercaja con Kutxabank, que ha cambiado su postura recientemente sobre llevar a cabo una operación corporativa, o con Abanca, siempre atenta a las oportunidades de compra.
Fuente: theobjective.com