Lo haría mediante un programa público de ayuda al endeudamiento, que sería financiado por el Instituto de Crédito Oficial (ICO). Ana Botín decía: “En ese programa, el comprador pagaría tan solo un 5% del valor de la casa y el banco le daría la hipoteca por el 95% con una garantía del ICO del 20%.”
Basilea exige que los bancos tengan una solvencia mínima con la que puedan superar los malos tiempos. Este mínimo se calcula en función del riesgo asumido por el banco. En el cálculo del riesgo, Basilea valora negativamente las hipotecas concedidas por más del 80% del valor de una vivienda. Dado que los bancos españoles tienen dificultades para cumplir con los requisitos de solvencia, es muy raro que concedan hipotecas por más de ese 80%.
Este es el motivo por el que los bancos exigen el pago de una entrada del 20% del valor del piso para conceder un préstamo. De este modo, para acceder a una hipoteca por un piso de 200.000 euros, hay que tener ahorrados 40.000 euros para la entrada. A esta cantidad habría que añadir los impuestos y los gastos aparejados a la compra.
Así, solo puede comprar un piso quien pueda ahorrar una parte sustancial de su salario o quien haya heredado lo suficiente. Obviamente, esto deja fuera del acceso a la propiedad a buena parte de la población. Sin embargo, la propuesta de Botín permitiría que fuese suficiente con una entrada del 5% del valor de la vivienda para acceder a una hipoteca. Siguiendo con el ejemplo del piso anterior, bastaría con unos ahorros de 10.000 euros para hipotecarse por un piso valorado en 200.000. De esta manera, el acceso a las hipotecas –y a la propiedad– estaría abierto a la mayor parte de la población.
Este modelo ya se aplica en el Reino Unido
El Reino Unido se encuentra inmerso en una burbuja inmobiliaria. Una burbuja que ni siquiera la covid-19 ha podido parar, ya que el gobierno ha concedido multitud de ayudas fiscales para la compra de viviendas durante la pandemia. La espiral de precios ha llegado hasta las zonas rurales. En ellas el precio de la vivienda ha subido un 14% en el último año. Esto recuerda a los tiempos más alocados de la burbuja española. En aquellos años, mucha gente tuvo que alejarse decenas de kilómetros de los centros de trabajo urbanos por la carestía de la vivienda.
Los grandes beneficiados de esta política son los bancos. Estos han logrado aprovecharse de un modelo de vivienda basado en la deuda y en la propiedad. Los grandes damnificados son quienes quieren hipotecarse sin tener ahorros, puesto que se verán atados a una enorme deuda durante décadas.
Las consecuencias de esta política basada en el endeudamiento se vieron con nitidez durante 2008. Esta crisis se llevó por delante a entidades como Caja Madrid, que tenía más de trescientos años de antigüedad. La explosión de la burbuja hipotecaria dejó una gran crisis económica y social. Su aspecto más sangrante fueron los centenares de miles de desahucios hipotecarios que tuvieron lugar en España.
Involucrar al Estado en la concesión de hipotecas privadas es una temeridad teniendo en cuenta lo que sucedió hace unos años. Pero un banco vive de sus endeudados. Qué duda cabe de que Ana Botín querría de nuevo una generación endeudada, cueste lo que cueste. Para ello, la banca no duda en utilizar todos los recursos a su disposición.
Fuente: https://www.cadtm.org/