El efecto perverso de la amenaza de Junts: las empresas ya ni se plantean volver a Cataluña

Descubre cómo la posibilidad de que grandes corporaciones regresen a Cataluña ha desaparecido de los debates empresariales tras amenazas de sanciones por parte de Junts per Catalunya.

En el transcurso de casi siete años desde el «procés», las grandes corporaciones que trasladaron sus sedes fuera de Cataluña han cerrado el capítulo de un posible retorno. El intento reciente por parte de Junts per Catalunya de influir en este proceso a través de legislación ha resultado contraproducente, eliminando de los debates en los consejos de administración la posibilidad de un regreso.

En 2017, un clima político convulso impulsó a empresas insignias como CaixaBank, Naturgy, y Banco Sabadell a reubicar sus sedes principales fuera de Cataluña. Aunque inicialmente este movimiento fue visto como una respuesta a una crisis política y no como un cambio estratégico permanente, los ejecutivos de estas empresas han confirmado que no hay planes de regreso, enfatizando la estabilidad y aceptación encontradas en sus nuevas ubicaciones.

El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, expresó recientemente en una junta de accionistas que la entidad ha encontrado un buen equilibrio en Alicante y que no consideran relevante el debate sobre la sede. Del mismo modo, Francisco Reynés de Naturgy y José Ignacio Goirigolzarri de CaixaBank han declarado que el tema del regreso no está en discusión dentro de sus respectivas empresas.

Esta firme posición de las empresas se ve reforzada por comentarios del entorno político y empresarial, incluido José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, quien afirmó que las empresas no regresarán, calificando la decisión de mantener las sedes actuales como lógica y acertada.

Estos desarrollos indican un cambio significativo en el panorama empresarial de Cataluña, donde ahora prevalece la percepción de que los movimientos de sede son decisiones estratégicas a largo plazo más que reacciones temporales a fluctuaciones políticas. Las empresas valoran la estabilidad y han desarrollado un vínculo con sus nuevas comunidades que difícilmente se dejará de lado.

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