Según la previsión de evolución del euribor que el mercado maneja actualmente y que incluye que el índice de referencia para la mayoría de esos créditos suba de forma más pronunciada hasta entrar en positivo en julio de 2024 por primera vez desde febrero de 2016, cuando a finales de agosto se preveía para el otoño de 2025, a principios de año se esperaba para finales de 2027 y en otoño del pasado ejercicio se auguraba para 2031.
Desde finales del año pasado todas las revisiones han sido al alza porque la pandemia ha impactado en la actividad económica menos de lo que se temía, a lo que se ha sumado el fantasma de una inflación alta más persistente de lo previsto.
La razón de que el mercado espere una subida del euribor más rápida que hace un mes estriba, así, en que el fuerte repunte del IPC en las economías avanzadas ha alentado una creciente expectativa de que los bancos centrales se vean obligados a endurecer su política monetaria antes de lo augurado -y de lo que ellos mismos quisieran- para contener la subida de los precios y evitar así que la recuperación descarrile. El BCE insiste en que se trata de un fenómeno inflacionario transitorio debido a la reapertura de la economía, pero muchos analistas no lo comparten y el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de advertir a las autoridades monetarias del mundo de que «deben estar preparadas para actuar con rapidez si los riegos se materializan»