De cara a la jubilación, son muchas las dudas que surgen sobre cuál es el mejor modo de establecer un plan, que normalmente oscila entre un seguro de vida o un plan de ahorro.
Ahorrar para la jubilación se ha convertido en un lugar común, preocupados por no tener ingresos suficientes durante este período de la vida. “Hay una conciencia real de la necesidad de prepararse para la jubilación, y está alimentada por la actualidad, porque la inflación refuerza aún más esta necesidad”, señala David Lombard, jefe de patrimonio e ingeniería financiera de La France mutualiste. Para conseguirlo, existen múltiples posibilidades.
Con su dimensión de navaja suiza, el seguro de vida se utiliza tradicionalmente para financiar muchos proyectos, incluida la jubilación. Por otra parte, Nalo, una fintech que ofrece seguros de vida pilotados con un enfoque basado en proyectos, ha descubierto que la jubilación es el primer objetivo de ahorro de sus clientes, por delante de la adquisición de inmuebles o la financiación de los estudios de los hijos.
Desde la creación del plan de ahorro para la jubilación (PER), es legítimo plantearse la cuestión de la elección de la mejor dotación. Comparemos las características de estos dos pesos pesados.
Recuerda, para empezar, que los dos productos tienen muchos puntos en común. “Se trata de dos regímenes muy flexibles, sin obligación de pago, con una gama de vehículos de inversión y la posibilidad de designar un beneficiario de las cantidades en caso de fallecimiento”, analiza David Lombard. En términos de accesibilidad, configuración de pagos programados y digitalización de operaciones, los dos sobres son, también aquí, idénticos. En estos aspectos, los PER suelen ser copias y pegas de los seguros de vida dentro de cada establecimiento.
“El seguro de vida es la base sobre la que tienes disponibilidad. Antes de los 40 años, es el sobre preferido, porque te permitirá hacer frente a los vaivenes de la vida»
Pasemos ahora a la cuestión de la liquidez. El seguro de vida marca claramente el punto en este aspecto. Los ahorros están disponibles allí sin ninguna restricción y es fiscalmente indoloro después de ocho años (dentro del límite de asignaciones específicas). Por el contrario, el dinero colocado en un PER está bloqueado hasta la jubilación. Aparte de los accidentes de la vida (fallecimiento del cónyuge o pareja de hecho, invalidez, extinción de los derechos al seguro de desempleo), el único supuesto posible de liberación anticipada es el previsto para la adquisición de su vivienda habitual.
La conclusión es menos obvia cuando se trata de impuestos.
El PER permite una ganancia fiscal a la entrada, ya que los pagos son deducibles de la renta, pero es sobre todo un diferimiento fiscal, ya que las cantidades tributarán a la salida.
Fuente: news.eseuro.com